16 mayo 2009

"REMEMBRANZAS CONCHUCANAS"

"Discurso de Añoranzas"

Señoras y señores ciudadanos de la hermosa tierra de la Provincia de Pallasca dedico estas humildes líneas dirigidas con amor a evocar un recuerdo, el más hermoso recuerdo que el destino por capricho clavó en mi alma y en mi corazón, desde 1970 en que terminé mis estudios primarios en el Distrito de Conchucos, a donde fui llevado a estudiar por mi abuelo don Catalino López Aguilar, jamás olvidé las enseñanzas de esa hermosa tierra, madre de buenos jinetes y de guapas profesoras.
Queridos amigos, parece que fue ayer…. yo tenía 11 años, algunos de ustedes un poquito más, recuerdo La Pampa, La Banda, el Ushno, El Cequión, El Chorro y los baldes de agua, Los Baños de Cochaconchucos, Mosquito Playa, La Virgen del buen viaje, Agua y Toro, la gran mentira para acostarnos temprano… “La Sentencia”, pero sobre todo ya quisiera Toledo montar a caballo como vosotros, hijos hidalgos de la tierra de Pallasca, grandes enamoradores, maestros por vocación y románticos Tira Lazo de leyenda conchucana.

Recuerdo a mi amigo Miguel Emé mi compañero de escuela, con quien enamorábamos a las sobrinas de la Señorita Aída Porturas parando en dos patas en la esquina de su casa… él, el caballo de su tío Emilio, yo, el caballo bayo de mi tío el profesor Eusebio López más tarde valía la pena ambos castigos y las pedradas de los celosos estudiantes de secundaria que también merodeaban a las guapas del lugar.

Hoy, 95 años después, aquí en Lima en la celebración del 148° Aniversario de la creación política de la Provincia de Pallasca, en agradecimiento a la gentil invitación del Dr. Arnulfo Moreno Ravelo, les alcanzo un humilde obsequio un respiro para el espíritu, un viejo hechizo del alma que a manera de recuerdo se convierte en suspiro que aguarda dormido en lo más hondo de mi trajinado corazón.

Setiembre, mes del” Señor de Las Animas”, de la Corrida de Toros, de la Corrida de Frutas y de la Corrida de Cintas, ¡qué recuerdos¡ ¿verdad?, el repiquetear de los cascos de los caballos golpeando por La Plaza, cruzando una y tantas veces el ruidoso Cequión.
Hoy a Conchucos ya se llega en carro, qué alegría la prosperidad, qué controversia para nosotros los nostálgicos y románticos que acuñado en las retinas llevamos el más hermoso recuerdo del Conchucos primero, del Conchucos puro, del Conchucos verdadero, aquel que creció al amparo de la capital de la hermosa Pallasca.

Parece que fuera ayer, cuando nos “cantaba” el Tablachaca, cuando ante nuestros ojos competían en magnitud “El Bandera” y “El Brujo”. Cuando con mi amigo Miguel Emé jugábamos al trompo con el humilde y gracioso fruto de viejos eucaliptos.
Recuerdo mis despedidas en Lima, los ojos húmedos de mi mamá Justina y de tía Danivia a quienes desde la ventanilla de mi asiento dentro del bus de Tepsa, les devolvía la siempre desagradable señal del adiós.

Al pasar el bus, por el puerto de Chimbote, nos recibía inoportuno, ese fuerte olor a pescado que desaparecía rendido cuando rayaba el día y ante mis ojos irrumpía dentro de la gran estación…….el tren con su bullicio y su alegría , vestido de pesada coraza cual invencible y misterioso guerrero dispuesto a traspasar los cerros y tras el pitazo inicial- partía rimbombante; Yo, en una mano, mi bolsa de tres enormes bizcochos por un sol, en la otra, mi pistola de fulminantes en cinta de papel rojo, que no se cansaba de “disparar” a lo que pasara por la ventana, excepto a las señoras que a la carrera, canasta en brazo, nos alcanzaban a un sol el rico pescado seco con su papa calientita y su picante encebollado envuelto perfectamente en pulcras hojas de plátano, era el momento de “la causa”, rico y añorado potaje del lugar.

Luego. . . inevitable. . . la llegada a la Galgada, sus grandes chimeneas lanzando enormes bocanadas de humo, los trabajadores fuertes y dignos “tiznados” de carbón; El bullicio de voces de enojadas madres y traviesos niños que se alistaban para el transbordo en las góndolas de “Don Roque”, la llegada a Saquicacha y más tarde el ansiado encuentro, rostros nuevos y otros desconocidos, preguntando todos al mismo tiempo cómo quedaban los familiares, luego, la caída del manto azul de la noche con su infinito techo estrellado, el regalo de fábulas, de cuentos de terror y ocurrentes aventuras de los arrieros, la cena reparadora para la fortaleza en el camino, el obligado robo de guayabas en el huerto vecino, luego tan pronto……..el ansiado amanecer, la inevitable despedida de los amigos ocasionales. No sé si más tristes eran…las miradas de los niños tristes, o la de los asnos con sus miradas de ángel.

Nosotros… partíamos para Conchucos, pero esa cuesta de Llaimucha hacia Pallasca, me regaló por siempre el más hermoso cuadro que como ustedes, muchos llevamos en el recuerdo. . . “ esa imponente loma de arena y su agreste camino al filo del caudaloso río Tablachaca, el final de la noche con sus infaltables millones de estrellas, las mismas que competían en fulgor unas más que las otras, cuyos halos de luz venían a estrellarse contra el suelo arenoso que para no quedarse atrás respondía con multicolores luces arrojadas por el reflejo de una alfombra de partículas de vidrio y minerales a veces con suerte acompañados por nítidas sombras que contrastaban en la blanca loma alumbrada por la Luna hoy más que nunca añorada, y al fondo, tenebrosa la caída hacia el ruidoso Tablachaca, que al invitarnos a contemplarlo nos regalaba el hermoso espectáculo de traviesas truchas que al saltar en las aguas destellaban sus lomos la blanquecina luz de la noche de Luna con la presencia esperada allá en lo alto, de la mil veces contemplada “Estrella del Amanecer”.

Más tarde, remontando la cima, al voltear a lomo de bestia… las piaras, los arrieros, los ocasionales amigos, también coronaban otras cuestas, y en un instante, hacia el horizonte… se perdían en los caminos dando paso al rojizo polvo y allá desaparecían entre los primeros rayos de Sol”.

Los caballos retozaban como si entonaran un gracioso canto, el repiquetear de sus cascos hacían saltar las piedras en armonía, el aroma que emanaba de las chimeneas daban al ambiente un cierto encanto, eran las casas y las gentes de la árida y amistosa Llaimucha que anunciaban la llegada a un riachuelo que siempre estaba allí, bajando, alborotado con sus aguas saltarinas teñidas de rojo, era la bienvenida a ese pueblo de ensueño llamado Pallasca, colgado en las laderas cual preciado lienzo, pintado con finos pinceles por querubines y doncellas inspirados en paisaje angelical.

Setiembre, mes de ensueño, mes del Señor,
cualquier día es bueno
para ir a Pallasca y quedar extasiado
mirando al cielo desde la ventana de su mirador.

Queridas amigas y amigos………
Podría seguir sin cansarme,
podría seguir sin hastiarme,
más sólo quise entregarles
un respiro para el espíritu,
un humilde obsequio que llevo guardado,
un viejo hechizo del alma que a manera de recuerdo
se convierte en suspiro…..que aguarda dormido
en lo más hondo de mi corazón conchucano.
Con mucho cariño,

Luis Alberto Castro López
El Zorro de Pachachaca

Lima 18 de Febrero de 2009.
"Bienaventurado el niño que ha caido y aún llora
y el hombre que ha caido y ya no llora".
(Cesar Vallejo)

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